Interpretada por Oscar Milanesi y Enrique Biasizzo retorna a los escenarios "La Forestal", la reconocida crónica cantada de Rafael Ielpi, Jorge Cánepa y José Luis Bollea que resume las actividades de la compañía inglesa que tuvo en sus manos el monopolio absoluto de la explotación del quebracho colorado en el denominado Chaco santafesino, y de las inhumanas condiciones de vida a la que sometió a los jornaleros y a sus familias.
La puesta en escena para el público se llevará a cabo el 1º de agosto en la sala del Complejo Cultural Centenario de Santa Isabel, con la posibilidad de que se realice un pre estreno para invitados especiales pertenecientes al periodismo y encargados de cultura de las comunas y municipalidades de la región. El estreno se realizará junto a la Cooperadora de la escuela Nº 779 Domingo Faustino Sarmiento, encargada de la venta de entradas y de la organización.
El grupo, que se formó durante el transcurso de este año a partir de una idea de Carlos Tellería, está integrado por Oscar Milanesi (actuación), Enrique Biasizzo (canto), Jorge Salemme (relatos), Carlos Tellería (asesor artístico), Javier Puñet (pistas sonoras), Gerardo Gobbi (grabaciones, efectos e iluminación), Emiliano Lettieri (sonidista) y José Luis Milanessi (cattering). Los artistas y técnicos de Santa Isabel, Villa Cañás y Teodelina han decidido recuperar esta joya del folklore argentino, que interpretaran Enrique Llopis y Emilio Lenski a mediados de la década de 1980, y llevarla nuevamente a los escenarios con la consigna de mantener vivo el recuerdo de aquella expoliación impiadosa de vidas y naturaleza como ejemplo de lo que no debe sucedernos nunca más.
En el blog www.laforestalsantafe.blogspot.com el grupo informa ampliamente y da detalles sobre la obra, la historia de La Forestal y sobre el trabajo que están llevando a cabo.
Breve historia del horror. "The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited" fue una empresa inglesa que se instaló en Santa Fe en 1906 por una cesión de tierras que la provincia hizo para saldar una deuda con otra empresa británica. La empresa explotó durante sesenta años casi dos millones de hectáreas del bosque de quebrachos más importante del planeta, que se alzaba en el Chaco austral. Lo que quedó es un páramo incultivable, decenas de pueblos fantasmas y el recuerdo del horror en miles de argentinos y de sus descendientes. Tartagal, Villa Guillermina, Villa Ana y La Gallareta fueron sólo algunos de pueblos que fueron abandonados a su suerte.
La empresa, que del quebracho fabricaba tanino destinado a curtir cueros, llegó a tener diez mil obreros, en su mayoría hacheros, que trabajaban doce horas diarias; pagaba con moneda propia o vales que después se canjeaban en los almacenes de la propia compañía; sólo recibía órdenes de Londres, como revela un libro magnífico (‘La Forestal’, del historiador Gastón Gori); formó un cuerpo de gendarmería propia y en las altas chimeneas de sus fábricas lucía el escudo de la monarquía británica. Fue un Estado dentro del Estado.
Entre 1919 y 1922 las huelgas de hacheros a causa de la precariedad de sus trabajos fueron reprimidas salvajemente por la gendarmería de La Forestal, por el Regimiento de Infantería Nº 12 de Rosario y por bandas civiles contratadas; aquello dejó una cifra nunca revelada de muertos.
En 1963, cuando lo que había sido quebrachal se convirtió en desierto, La Forestal dejó el país y se trasladó a Sudáfrica para explotar la mimosa, cuyo extracto también servía como curtiente.
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